Por Pulso Economía
Pasó la primera semana sin cepo cambiario y, contra muchos pronósticos, los mercados respondieron con un comportamiento moderado. Ni corrida, ni disparada del dólar, ni estallido de precios. Más bien lo contrario: un reacomodamiento con tono más calmo, que dejó lecturas políticas y económicas que el gobierno de Javier Milei ya celebra como señales de confianza.
El dólar mayorista cerró el viernes a $1.135, ubicándose en el piso de la banda de flotación establecida por el Banco Central. Las cotizaciones alternativas —como el MEP y el contado con liquidación— retrocedieron entre un 10% y un 13% a lo largo de la semana, y la brecha cambiaria se achicó a un histórico 3,7%, niveles impensados hace apenas un mes.
Este deslizamiento del tipo de cambio ocurrió en paralelo con un fuerte ingreso de divisas del agro y la recuperación de reservas. Desde Economía festejan: la unificación cambiaria no generó sobresaltos y el mercado acompañó la jugada más audaz del ministro Luis Caputo desde su asunción.
El dato que más mira la calle: inflación
Donde las luces amarillas todavía parpadean es en el frente inflacionario. Si bien la inflación de marzo cerró en 11%, aún con cierta inercia por la liberación de precios, el foco ahora está puesto en cómo impactará esta nueva etapa de flotación administrada del dólar en los precios de abril y mayo.
El economista Fausto Spotorno anticipó esta semana que abril podría cerrar con un IPC cercano al 3%, bastante por debajo del mes previo, y con un ritmo de desaceleración sostenido. Otros analistas, sin embargo, prefieren esperar el impacto pleno del desarme del cepo sobre bienes transables y servicios dolarizados.
Por su parte, el Fondo Monetario Internacional, en su revisión de primavera, mantuvo su previsión de que la inflación anual en Argentina cerraría 2025 entre el 18% y el 23%, con un sendero descendente que podría llevar al país a un dígito recién en 2027.
Las razones del desahogo cambiario
El alivio en el mercado cambiario tiene varias explicaciones. En primer lugar, el Banco Central logró recomponer reservas a buen ritmo gracias al ingreso de exportaciones del agro y la normalización de los pagos externos.
En segundo término, la decisión de mantener una banda de flotación y no liberalizar por completo el tipo de cambio —como algunos esperaban— actuó como un freno a la especulación. En la City reconocen que Caputo leyó bien el timing y diseñó una estrategia quirúrgica: liberalizar sin soltar del todo.
Por último, el respaldo del nuevo acuerdo con el FMI, que habilita un desembolso de 20.000 millones de dólares, brindó un paraguas político y financiero clave en una semana donde el gobierno se jugaba una parte importante de su credibilidad.
El desafío: que la calma se sostenga
Desde el Palacio de Hacienda insisten en que el escenario de estas primeras jornadas post-cepo no es una casualidad, sino el fruto de una estrategia económica que apunta a reducir distorsiones, simplificar el sistema tributario y devolver previsibilidad a la macro.
Sin embargo, hay coincidencia entre los economistas en que el verdadero test será mayo, cuando se vean con mayor claridad los efectos de la salida del cepo sobre la economía real: precios, salarios, tarifas y consumo.
Por lo pronto, la lectura que hacen los principales agentes del mercado es que el gobierno logró sortear el primer tramo del nuevo régimen sin traumas, algo que no es poco si se tiene en cuenta la volatilidad estructural de la economía argentina.
En términos políticos, el Gobierno aprovecha la calma para mostrar autoridad en la conducción económica y empujar la Ley Bases, mientras desde la oposición hay más cautela que críticas.
Queda por ver si esta luna de miel del mercado con el oficialismo logra trasladarse a la calle, donde el bolsillo sigue golpeado, el empleo formal se estanca y el consumo aún no repunta.
Pero al menos por ahora, Milei y Caputo tienen aire. Y eso, en Argentina, es oro.