En una jugada tan audaz como controversial, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, propuso este fin de semana al mandatario venezolano Nicolás Maduro un inédito intercambio humanitario: la liberación de presos políticos venezolanos a cambio de la repatriación de migrantes venezolanos irregulares detenidos en territorio salvadoreño.
El ofrecimiento fue lanzado públicamente por Bukele a través de su cuenta en X (antes Twitter), y rápidamente sacudió tanto la agenda diplomática regional como los círculos de derechos humanos. “Si Maduro acepta recibirlos, estaríamos dispuestos a liberarlos, pero a cambio de algo bueno también: la libertad de al menos 5 presos políticos venezolanos”, expresó el presidente centroamericano.
Un canje que sacude la diplomacia latinoamericana
La propuesta de Bukele se produce en un momento de fuerte presión sobre el gobierno de Maduro, tanto desde dentro como desde fuera de Venezuela. Organizaciones internacionales, como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, han denunciado de forma sostenida la existencia de presos de conciencia en cárceles venezolanas, incluyendo periodistas, activistas sociales y líderes de la oposición.
El presidente salvadoreño, conocido por su estilo directo y disruptivo, aprovechó el escenario internacional para presionar por la liberación de esos detenidos, mientras responde a las críticas por la situación de migrantes retenidos en su país en el marco de los acuerdos migratorios con Estados Unidos.
Derechos humanos en la balanza
Aunque el gobierno de Venezuela no ha respondido oficialmente, fuentes diplomáticas en Caracas señalaron a medios locales que “la propuesta está siendo evaluada, pero no será aceptada bajo presión ni condicionamientos”. En tanto, el exdiputado venezolano y activista de derechos humanos Freddy Guevara consideró la idea de Bukele como “creativa, pero insuficiente”.
“Si hay voluntad de ayudar, que se liberen todos los presos políticos. Los derechos humanos no deben ser parte de una negociación”, expresó Guevara en sus redes sociales.
Organizaciones humanitarias, por su parte, se mostraron divididas. Algunas cuestionaron la lógica del “canje”, mientras que otras celebraron cualquier medida que pueda derivar en la liberación efectiva de personas privadas injustamente de su libertad.
Contexto regional: migración, presión internacional y liderazgos en pugna
La propuesta también debe leerse en clave geopolítica. Bukele ha cultivado una imagen internacional de líder fuerte y pragmático, mientras que Maduro, con el telón de fondo de las elecciones presidenciales de 2025 y las tensiones con Estados Unidos, busca reducir el aislamiento diplomático y revalidar su poder en medio de crecientes cuestionamientos internos.
Por otro lado, la crisis migratoria venezolana —una de las mayores del planeta, con más de 7 millones de desplazados según ACNUR— sigue impactando a los países de tránsito, como El Salvador, que funciona como ruta hacia el norte para quienes intentan llegar a EE.UU.
En este tablero de intereses cruzados, Bukele parece estar probando una fórmula inédita: usar su poder sobre la gestión migratoria como herramienta de presión política en materia de derechos humanos.
Lo que comenzó como un tuit presidencial podría convertirse en una pieza más del complejo ajedrez político latinoamericano, donde los derechos humanos, la migración y los liderazgos autoritarios se entrelazan en una dinámica cada vez más imprevisible.
¿Será escuchado Bukele? ¿Responderá Maduro? En la región, todas las miradas están puestas en ese posible intercambio. Pero, como suele ocurrir, el reloj diplomático corre más lento que el de las urgencias humanitarias.