Luis “Toto” Caputo vuelve a hacer las valijas. Esta vez, con destino a Washington, donde lo esperan las oficinas del Fondo Monetario Internacional y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Pero más allá de la agenda oficial, el viaje tiene otro trasfondo: mostrar que la Argentina todavía tiene timón y timonel, en medio de un plan económico que camina por la cornisa entre el ajuste y la paciencia social.
El ministro de Economía se sumará a la comitiva que participa de la tradicional Asamblea de Primavera del FMI y el Banco Mundial. Desde el gobierno destacan que se trata de un “viaje de gestión”, sin sobresaltos. Pero en los pasillos del Palacio de Hacienda saben que la foto con Kristalina Georgieva no será solo de cortesía.
Después de un primer trimestre donde Milei logró evitar sobresaltos cambiarios y Caputo consolidó cierta calma en los mercados, el foco está puesto en cómo sigue el plan sin sobresaltos políticos ni sociales. La baja del gasto público fue el ancla del equilibrio fiscal, pero ahora llega el momento incómodo: qué hacer con la actividad, los salarios y la presión impositiva, mientras el “plan motosierra” empieza a encontrar límites más allá del Excel.
Las preguntas que lleva Toto en el portafolio
Aunque el Gobierno niega que esté en carpeta un nuevo acuerdo, lo cierto es que los dólares del Fondo siguen siendo el único paraguas disponible para capear tormentas. Caputo buscará dar señales de confianza, pero también tantear hasta dónde puede estirar la cuerda de las metas fiscales sin que le suelten la mano.
En paralelo, se verá con autoridades del BID, otro de los jugadores claves en el financiamiento de obras y programas productivos. En un año en el que la Casa Rosada congeló casi toda la obra pública, esos fondos pueden volver a ser útiles si el gobierno busca recuperar algo de oxígeno político hacia mitad de año.
El “sí, pero…” del mercado
En la City lo siguen con atención. El “veranito” financiero que vive el gobierno tiene fecha de vencimiento. Los dólares financieros están contenidos, las reservas suben y el cepo se empieza a levantar, pero nadie se olvida que la economía real no arranca. La recesión ya muestra impacto en la industria y el comercio, y abril será clave para ver si el plan económico sobrevive con la gente caminando al costado del ajuste, o si empieza a haber ruido social.
El FMI lo sabe, y también sabe que con Milei se juega un experimento sin red. Por eso, en Washington lo escuchan a Caputo con respeto, pero con el lápiz afilado.
¿Qué busca Caputo en EE.UU.?
- Reforzar el respaldo internacional al plan económico.
- Mostrar que Argentina cumple metas, aunque a costa de frenar la economía.
- Sondear la posibilidad de flexibilizar algunos plazos en los pagos.
- Negociar con el BID proyectos puntuales de infraestructura blanda, sin romper el relato del ajuste.
Mientras tanto, en Buenos Aires, los gobernadores piden pista, los intendentes hacen números con lo justo, y el Congreso sigue paralizado. En ese contexto, el viaje de Caputo no es solo técnico, sino político. Porque en la Argentina de hoy, cada foto afuera tiene una traducción adentro.
Y porque, en definitiva, la confianza ya no se mide en comunicados, sino en cuánto tarda el mercado en dudar.