En una jornada cargada de emoción, se entregaron cinco viviendas a familias de la localidad. El acto fue acompañado por autoridades provinciales y locales, y marcó un paso firme en el arraigo y el desarrollo comunitario.
En Colonia Belgrano, las lágrimas no se ocultaron. Y no era para menos. En una localidad donde todos se conocen y cada historia es parte del entramado común, cinco familias recibieron ayer las llaves de su vivienda, esa que durante años fue anhelo, proyecto y, a veces, incertidumbre.
El acto de adjudicación, sencillo pero profundamente simbólico, se realizó con la presencia del senador Esteban Motta y autoridades locales. Fue más que un trámite administrativo: fue un abrazo colectivo, un reconocimiento a los que siguen apostando a vivir y crecer en su pueblo.
“La posibilidad de tener un hogar propio no solo brinda seguridad y estabilidad, sino que también fortalece el tejido social y promueve el desarrollo local”, destacó el senador Motta, con emoción visible.
Las casas, construidas a través de un programa provincial de viviendas, significan mucho más que ladrillos y cemento. Son el espacio donde se gestarán nuevos recuerdos, donde se criarán hijos y se celebrarán cumpleaños. Donde el mate de la mañana tendrá ese sabor distinto que da la tranquilidad de lo propio.
Para Colonia Belgrano, este paso es también un signo de que el arraigo no es una utopía. Que es posible crecer sin irse, echar raíces sin resignar dignidad. Que el desarrollo no siempre llega con grandes anuncios, sino con gestos concretos como este.
Cada una de las familias adjudicatarias tiene su historia, sus batallas, sus ilusiones. Y ayer, en una tarde que quedará grabada en la memoria colectiva, esas historias encontraron un techo.