Un sismo de magnitud 6,2 en la escala de Richter sacudió este lunes por la madrugada a Estambul y sus alrededores, generando escenas de pánico entre la población y reavivando los fantasmas del gran terremoto de 1999. El epicentro se ubicó en el mar de Mármara, a unos 70 kilómetros al suroeste del centro de la ciudad, a una profundidad de 10 kilómetros, según informó la Dirección de Gestión de Emergencias y Desastres de Turquía (AFAD).
Si bien hasta el momento no se reportaron víctimas fatales ni daños materiales graves, las autoridades confirmaron que se han registrado más de 40 réplicas, algunas de ellas con magnitudes superiores a 4, lo que obligó a evacuar edificios y suspender clases en algunas zonas.
La vibración se sintió con fuerza en Estambul, una ciudad de más de 15 millones de habitantes y uno de los núcleos urbanos más densamente poblados del mundo. En barrios céntricos como Kadıköy y Fatih, muchos vecinos pasaron la noche en la calle por temor a un nuevo movimiento telúrico. Videos compartidos en redes sociales mostraban lámparas oscilando y vidrios temblando en edificios de oficinas y viviendas.
El presidente Recep Tayyip Erdoğan fue informado de la situación en tiempo real y, según un comunicado de su oficina, sigue de cerca la evolución del fenómeno. Por su parte, el ministro del Interior, Ali Yerlikaya, llamó a la calma y aseguró que “los equipos de emergencia están plenamente operativos”.
Una amenaza latente
Turquía se encuentra ubicada sobre varias fallas geológicas activas, entre ellas la temida falla del Norte de Anatolia, una de las más peligrosas del mundo. Estambul está construida justo al borde de esta placa tectónica, lo que la convierte en una de las ciudades con mayor riesgo sísmico de Europa y Asia.
El recuerdo del terremoto de İzmit en 1999 —que dejó más de 17.000 muertos— está aún fresco en la memoria colectiva. Los expertos llevan años advirtiendo que un gran sismo podría volver a sacudir la región de Mármara en cualquier momento. “Este evento es un claro recordatorio de que estamos frente a un riesgo permanente”, declaró el geofísico turco Ahmet Ercan a medios locales.
Organizaciones como la Cámara de Ingenieros y Arquitectos de Turquía han denunciado reiteradamente la falta de actualización en normativas edilicias, especialmente en los barrios más antiguos de Estambul, donde muchas construcciones no cumplen con los estándares sísmicos modernos.
Monitoreo y prevención
Las autoridades turcas anunciaron que seguirán monitoreando la actividad sísmica en la región y pidieron a la población mantenerse informada a través de canales oficiales. También se activaron protocolos de revisión de infraestructuras clave como puentes, hospitales y aeropuertos.
Mientras tanto, la comunidad internacional expresó su solidaridad. La Unión Europea ofreció asistencia técnica a través de su Centro de Coordinación de Respuesta de Emergencias, aunque por el momento Turquía no solicitó ayuda externa.
En un país acostumbrado a convivir con el riesgo sísmico, el terremoto de esta semana vuelve a poner sobre la mesa el debate por la resiliencia urbana, la preparación ciudadana y el compromiso estatal para evitar que la tragedia vuelva a repetirse.