Lo que el campo pide para poder despegar

En medio de un escenario económico que muta casi todos los días, con el dólar inquieto y la inflación dando menos respiro que un potrero seco, los productores agropecuarios siguen haciendo lo que mejor saben: sembrar, cosechar y remar. Pero esta vez, ya no alcanzan los buenos rindes ni la resiliencia. El campo —en especial los pequeños y medianos productores— empieza a levantar la voz, exigiendo que las decisiones de política pública salgan del PowerPoint y se metan, literalmente, en el barro.


La paciencia tiene baches: caminos rurales y abandono estatal

El caso más crudo vuelve a ser Buenos Aires. “No podemos seguir entregando la producción por caminos que no figuran ni en Google Maps”, ironizó un productor de 9 de Julio, harto de perder tiempo y plata para sacar soja y maíz en plena campaña. En distritos como Bragado, Trenque Lauquen o Carlos Casares, las lluvias no solo inundan, también desnudan el abandono. Caminos destruidos, puentes caídos y una inercia municipal que no encuentra freno ni marcha.

Lo insólito —aunque ya no tanto— es que estas zonas aportan millones en retenciones, tasas viales e impuestos rurales, pero el retorno en obras es nulo. “Estamos financiando un sistema que se olvidó de nosotros”, dicen desde el corazón productivo bonaerense. Y el reclamo no es solo por infraestructura: es por presencia, por planificación, por una señal mínima de que el Estado entiende lo que está en juego.

Un nuevo tablero: menos consultoras, más boots on the ground

Mientras tanto, los asesores técnicos también empiezan a cambiar el discurso. Ya no alcanza con mirar Excel y proyecciones. “Tenemos que repensar todo: planteos más defensivos, mirar precios, y sobre todo, salir de la oficina. Hay que volver al campo”, lanzó Nicolás Taboada, un asesor que trabaja en el centro-sur santafesino, al describir cómo el productor empieza a recalcular sus decisiones a partir del nuevo panorama económico.

El agro ya no se mueve con las certezas de antes. Hay incertidumbre, sí, pero también una chance histórica de rediseñar el tablero. Y eso incluye volver a mirar la rentabilidad desde abajo: menos Excel, más bota embarrada.

El despegue exportador no será solo con discurso

Las perspectivas para las exportaciones agroindustriales están, como siempre, al final de un túnel donde las palabras “infraestructura”, “retenciones” y “acuerdos comerciales” se repiten como un mantra. Pero la verdad es que sin una hoja de ruta concreta, el avión no despega.

Desde la Fundación Producir Conservando advierten que hay espacio para crecer, pero con condiciones. Las retenciones siguen siendo el principal cepo interno a la competitividad. Y sin rutas, puertos, trenes y acuerdos bilaterales, todo crecimiento será ficticio. “No alcanza con discursos lindos. Hay que poner sobre la mesa una política agroexportadora real”, señalan.


El reclamo es claro: el campo está dispuesto a producir, pero no puede hacerlo solo

Por eso, en las reuniones zonales, en las asambleas de cooperativas y en los pasillos de las rurales, la consigna empieza a repetirse: menos verso, más acción. Los productores no piden subsidios ni salvavidas: exigen condiciones. Infraestructura básica, reglas claras y un sistema impositivo que deje de castigar al que produce.

Al final del día, como siempre, el campo se la va a rebuscar. Pero esta vez, si de verdad queremos un país que exporte más y mejor, es momento de sacar el Excel, pero también el tractor. Y sobre todo, de arreglar los caminos que nos llevan al futuro.