La Provincia refuerza el sur de Rosario

La inversión supera los $28.000 millones y busca proteger el puente Molino Blanco, asegurando la conexión vital entre Rosario y Villa Gobernador Gálvez. La intervención marca el retorno de una política de Estado olvidada, ahora impulsada con fondos propios.

El sur de Rosario late con una obra que no admite demoras. Tras más de dos décadas de erosión progresiva en la cascada del arroyo Saladillo, la Provincia puso en marcha una intervención estratégica para resguardar la integridad del puente Molino Blanco y garantizar la conectividad con Villa Gobernador Gálvez.

El ministro de Obras Públicas, Lisandro Enrico, confirmó que la obra ya está en plena ejecución. “Era una obra urgente y Nación la abandonó. No se podía esperar más”, aseguró.

Una respuesta a tiempo para un problema postergado

Durante los últimos diez años, la erosión avanzó más de 400 metros hacia el puente, configurando un escenario crítico. La actual gestión provincial decidió no esperar más: retomó el proyecto con recursos propios y hoy sostiene dos frentes de trabajo simultáneos.

La intervención implica una inversión de $28.000 millones y el uso de más de 2.500 toneladas de hierro que serán enterradas a una profundidad de 34 metros, el equivalente a un edificio de diez pisos bajo tierra.

Dos etapas, un mismo objetivo: cuidar Rosario

La obra está organizada en dos grandes etapas. La primera, que ya alcanza un 90% de avance, incluye el refuerzo estructural del puente. Se reconstruyó la losa de fondo y se colocaron mantas de hormigón adheridas a geotextiles para proteger la base de la estructura.

La segunda etapa —actualmente en ejecución— se enfoca en frenar el retroceso de la cascada. Para ello se están construyendo dos pantallas subterráneas de hormigón armado. Una, continua, aguas abajo, funcionará como defensa principal. La otra, discontinua y aguas arriba, servirá de anclaje. Ambas estructuras estarán conectadas por vigas que consolidarán el sistema hidráulico.

Rosario y el sur que no se deja caer

La erosión del Saladillo fue durante años una herida abierta. Hoy, esa herida comienza a cerrarse con una obra de ingeniería que no sólo defiende una zona, sino que apuesta por una ciudad más integrada, resiliente y con infraestructura preparada para el futuro.

En palabras del gobernador Maximiliano Pullaro, estas decisiones “no se toman para la foto”, sino para garantizar que las generaciones que vienen encuentren una provincia más sólida y comprometida.

Etiquetado: