Ucrania, Pascua Ortodoxa y geopolítica europea: ¿una tregua simbólica o un nuevo punto de inflexión?

Mientras la nieve comienza a derretirse en Europa del Este, y los fieles de la Iglesia Ortodoxa celebran la Pascua, la guerra en Ucrania sigue marcando el pulso de las relaciones internacionales. El anuncio de un alto el fuego unilateral por parte de Rusia, en teoría por razones humanitarias y religiosas, contrasta con la realidad en el terreno y con una renovada ofensiva diplomática y militar por parte de la Unión Europea.

El presidente ruso, Vladimir Putin, comunicó el inicio de una tregua unilateral desde las 00:00 del 5 de abril hasta la medianoche del 7, apelando a la conmemoración ortodoxa de la resurrección de Cristo. Pero desde Kiev, la respuesta fue clara: los bombardeos rusos no se detuvieron y el llamado de Moscú es visto más como una maniobra política que como un gesto de paz.

Ataques, cinismo y propaganda

El Ministerio de Defensa ucraniano reportó múltiples incursiones y ataques por parte de fuerzas rusas a lo largo del frente oriental, especialmente en zonas de alto conflicto como Járkov y Donetsk. “No hay ninguna pausa, ni alto al fuego. Es una operación psicológica”, afirmaron fuentes del gobierno de Zelenski.

Y es aquí donde se abre la lectura más profunda. ¿Por qué un cese al fuego simbólico, que en la práctica no se respeta? ¿Por qué anunciarlo, si no se pretende cumplirlo? La respuesta parece hallarse más en los salones del Kremlin y en los pasillos de Bruselas que en los campos de batalla.

Europa, de nuevo protagonista

Mientras esto ocurre, la Unión Europea intensifica su apoyo a Ucrania, no solo con fondos, sino con una decisión estratégica: la formación de soldados ucranianos en suelo comunitario y el envío sostenido de armas, municiones y equipamiento. En paralelo, la diplomacia europea busca mostrar cohesión frente a Rusia, aun cuando dentro del bloque persisten diferencias sobre cómo abordar la guerra a largo plazo.

Esta renovada ofensiva diplomática y militar de la UE llega en un momento clave: Putin fue reelegido para otro mandato, las elecciones estadounidenses se aproximan, y China continúa jugando su ajedrez con pasos silenciosos pero firmes. En este tablero, Ucrania sigue siendo el epicentro de una disputa que trasciende sus propias fronteras.

¿Pascua o propaganda?

Históricamente, los feriados religiosos han servido como pretextos para pausas en conflictos armados. Sin embargo, este no parece ser el caso. Putin ofrece una tregua que ni su propio ejército respeta, mientras acusa a Occidente de utilizar a Ucrania como “carne de cañón”. Occidente, por su parte, denuncia hipocresía y sigue apostando fuerte por una salida militar.

Desde el punto de vista diplomático, el gesto ruso no es ingenuo. Busca mostrarse ante el mundo —especialmente ante el Sur Global— como el actor racional que quiere la paz, y posiciona a Kiev como el obstinado que prefiere la guerra. Es un juego narrativo, diseñado no tanto para el campo de batalla como para las pantallas y titulares.

Un conflicto que no se detiene

A pesar del alto el fuego anunciado, las hostilidades continúan. En lo simbólico, Putin gana visibilidad en una fecha religiosa clave; en lo práctico, Ucrania denuncia ataques y el frente de guerra no se modifica. Europa, mientras tanto, acelera sus decisiones, en una muestra de que ya no solo se trata de apoyar, sino de incidir directamente en el devenir del conflicto.

En este tablero global, la Pascua no trajo paz, sino nuevas piezas en movimiento.