Un papa made in USA con alma peruana: León XIV, el elegido

Robert Prevost fue elegido como el Papa número 267 de la Iglesia Católica. Nacido en Estados Unidos y forjado pastoralmente en Perú, asumió el nombre de León XIV. Qué significa su elección, por qué no sorprende tanto, y qué esperar de su papado.


Un rugido en clave latina: así llegó León XIV al Vaticano

Y un día, Roma habló en inglés. O en español con tonada peruana. O en latín de manual con corazón latino. Lo cierto es que el Vaticano tiene nuevo CEO y, sorpresa: no es italiano, ni argentino, ni africano. Es estadounidense, Robert Prevost, aunque eso es solo el detalle del pasaporte. El nuevo papa se llama León XIV y tiene cara de profesor bueno de Derecho Canónico, pero con anécdotas de selva y de altar.

En un cónclave que duró lo que un trámite de AFIP bien llevado, lo eligieron por mayoría y sin grandes escándalos. Todo rápido, limpio y simbólicamente perfecto. El sucesor de Francisco es, curiosamente, alguien muy del palo de Francisco.

Y eso ya dice bastante.


¿Quién es León XIV? Un papa con dos patrias

Prevost —para los amigos, Bob; para el Espíritu Santo, León— tiene 69 años, nació en Chicago, vivió 30 años en Perú y es el primer papa estadounidense de la historia. Pero tranquilo: no viene con drones ni hamburguesas bendecidas. Viene con mate, con historia y con una idea muy clara de por qué la Iglesia se está quedando sin fieles. Spoiler: no es culpa de los fieles.

El nuevo papa no tiene una cuenta en X (ex Twitter), pero si la tuviera, sería de esos que postean encíclicas con gifs de Mafalda. Inteligente, sobrio, no gritón. Alguien que entiende que liderar no es dar órdenes, sino hacerse cargo. Y no parece temerle a los líos. Ya fue obispo en Chiclayo —sí, le ponés punchi punchi a eso y suena a hit del verano— y ahora está al frente de una Iglesia que necesita más reformas que el Congreso argentino.


¿Por qué León XIV? Porque hay nombres que rugen

¿Por qué León XIV? Algunos dicen que por León XIII, aquel de la Rerum Novarum, que escribió sobre la justicia social cuando todavía no existía ni el peronismo. Otros dicen que porque un león nunca explica, simplemente ruge. Veremos qué rugido trae este.

Por ahora, una certeza: en un mundo que parece devorarse a sí mismo, la elección de León XIV no es el milagro. Pero podría ser una señal.

Y en tiempos así, las señales valen oro.

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